lunes, 8 de julio de 2013

Las apariencias engañan

Este estado que raya el límite de la psicosis más estúpida como la de levantarse de la siesta con ganas de arrasar con el mundo porque sencillamente no hay nada en esta casa que esté en su sitio, ni las cucharas, ni las macetas, ni el café. Si es que hasta el gato anda medio mareado de no saber donde poner su culo gordo y yo después de pasar por ese espejo que tiene tanto polvo encima como yo en invierno, he visto que las canas de esta cabeza se asoman a una velocidad increíble y me acuerdo y me pregunto dónde están mis zapatillas de andar por casa y ay dios estas ganas de llorar repentinas y me pregunto si fui yo quién dejó esa lata de cerveza en la mesita de noche y que lleva ahí vacía tres días, putos días...

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