Una semana

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

JAIME SABINES

Sr. Sabines, sin su permiso he puesto eso en mi blog. Sr. Sabines discúlpeme, entienda que soy un cuarentalescente iracundo presa de un amor imposible. Lamentablemente le hago partícipe, cómplice, de este error. Porque es un error. Me voy a morir queriéndola, es una gilipollez lo de la semana. Muchas horas recibiendo el aire frío con la vista cansada aguardando su presencia. Si, si Sr. Sabines, sin comerlo ni beberlo se ha vuelto usted involucrado en una historia que ni le va ni le viene. Lamentable que una obra de arte como la suya se desprestigie de esta forma. Le transmito las condolencias de todos sus admiradores por esta situación. Se que debería presionar la tecla suprimir, pero no me da la gana. En unas horas dejaré de ser la persona más triste del mundo, por favor, ahórrese la pregunta, usted no necesita saberlo.