Hay gente que en su interior no tiene nada, están vacíos. Otros están repletos de vísceras, huesos, aire y nervios. Algunos tienen mariposas en el estómago y piedras en el riñón. Estos últimos son gente problemática, lo sé bien...
Una tarde, las mariposas estaban realmente juguetonas, batían ostentosamente sus alas golpeando, inmisericordes, las paredes de su casa. Al mismo tiempo, la piedra decidió que era hora de echar un paseo -maldita sea, ¿a quién se le ocurrió ponerle patas a los cálculos renales?-. Claro, la conjunción de circunstancias dió lugar a una cara de chino estreñido que lo están mutilando al tiempo que lee la citación para declarar en el juicio de Nacho Vidal.
No había otra, encaminé mis pasos hacia el ambulatorio donde me aguardaba impaciente -se notaba- el médico de urgencias más amable de toda la comarca. Pensad en un tipo simpático, ahora pensad en otro más simpático aún, y en otro más, incluso en un cuarto, pues bien sumad la simpatía de los cuatro, ¿ya?, ahora invertid el estado anímico, la simpatía la transformáis en antipatía. Ese nivel que habéis conseguido no le llega a las suelas de los zapatos del galeno en cuestión.
Tras relatarle mis dolores, -obviando lo de las mariposas, todo hay que decirlo, dudaba que lo entendiera y quisiera abrirme en canal para observarlo directamente- me inquirió acerca de si tenía vómitos y/o fiebre, ante mi negativa me preguntó si era alérgico a algo y recomponiendo mi cara para que no trasluciera todo a lo que soy alérgico en esta vida y que no venía al caso, pronuncié un débil "No" que se tradujo en un soberano pinchazo de Nolotil (Nota: ¿Qué versión del traductor de Google usan esta gente?). Compungido le pregunté acerca de cúal debería ser mi modus operandi en caso de que el dolor se incrementara o aparecieran los vómitos y fiebre. Quitándose el hilillo de saliva que recorría su barbilla tras el pinchazo, me recomendó que me metiera en la bañera llena de agua caliente de forma que el costado se calentara.
Me fui cojeando hacia mi casa, al tiempo que pensaba que tengo la antiecológica costumbre de no ducharme sino de bañarme con la bañera hasta arriba, vaya consuelo.
Al rato, viendo que el Nolotil funcionaba, inicié mi rutina. Encendí la radio y puse a llenar la bañera. Tiritando de frío me metí aunque estaba casi vacía. La espuma que olía a miel rápidamente cubrió mi cuerpo y me abandoné al tiempo que sonaba la canción
enséñame a soñar
con sólo una caricia
me pierdo en este mar.
Tu piel me enloquece
Regálame tu estrella,
la que ilumina esta noche,
llena de paz y de armonía,
y te entregaré mi vida
Tu luz vuelve mis ojos transparentes
Haces que mi cielo
vuelva a tener ese azul,
No me comeré el mundo si no es contigo
pintas de colores
mis mañanas solo tú
Esperando la noche para fumar un cigarro
navego entre las olas de tu voz
Tu voz que ahora puedo tocar
y tú, y tú, y tú, y solamente tú
haces que mi alma se despierte con tu luz
tú, y tú, y tú..
Enseña tus heridas y así las curarás
A veces la forma de cerrar es volver a abrir y dejar abierto
que sepa el mundo entero
que tu voz guarda un secreto
Antes que nunca se sabrá
no menciones tu nombre que en el firmamento
se mueren de celos
En la sombra también puedo amarte
tus ojos son destellos
tu garganta es un misterio
Háblame...
Haces que mi cielo
vuelva a tener ese azul,
pintas de colores
mis mañanas solo tú
navego entre las olas de tu voz
y tú, y tú, y tú, y solamente tú
haces que mi alma se despierte con tu luz
tú, y tú, y tú..
y tú, y tú, y tú, y solamente tú
haces que mi alma se despierte con tu luz
tú, y tú, y tú...
Adormilado, entre la niebla del baño creí que era un submarino que surcaba las cálidas aguas del Trópico. Con los ojos entrecerrados acerté a ver que no había subido el periscopio, era la punta de mi tiesa polla lo que sobresalía del agua. El maldito estrés que acumulaba no sólo hacía que me hubiesen salido canas en la barba, también hacía que ella fuera por su cuenta, para lo bueno y para lo malo. Ignorando la tensa situación me enjuagué y salí de la bañera. La toalla estaba demasiado húmeda así que me puse el albornoz que colgaba de la puerta. Tratando de anudarlo, -joder-, me percaté que estaba manchado de carmín, maquillaje, pintura de ojos, -joder joder-, hacía casi un año que no se usaba. Me lo quité y lo tiré por las escaleras. Me fuí al vestidor, zapatos, calcetines, cinco camisas -joder joder joder, esa mancha rojiza en la camisa ¿que es?, ¿carmín?, ¿al final de la espalda?-, y ¿el pijama?. Bajé en pelotas y salí al lavadero a por un pijama, fantástico, se pone a llover.
En la cocina, enciendo la vitrocerámica y pongo a calentar la cena. Me siento en el salón y enciendo un cigarro. Las mariposas se han calmado, sus alas ahora acarician, arrullan y me aturden... Mierda, ya se me ha pegado la crema de verduras.
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