Durante veinte años las sombras cubrieron mis pupilas. Tu luz las ha vuelto transparentes. Y ahora, al enfrentarlas a las tuyas y ver cómo sujetas el horizonte, quiero contarte. Un día me puse a bogar sin dirección, como tantos otros, con tal de no domar los potros de mi tiempo. En mi deambular abandoné mucho y recogí poco y mi hambrienta inconsciencia no sabía que cojones hacer con ello. La puerta giratoria del hotel de la vida me retornaba una y otra vez al desvarío de la inacción. Y pasó, la tierra se volvió media y el mar se cortó. Delante de mi la abrupta nada y no quise que la muerte fuera el regalo que adornara mi vida. Todo lo material fue engullido y cuando mi piel atirantada por la presión del vacío comenzó a desquebrajarse, la vara de mimbre doblado saltó de mi pecho hacia fuera, dando latigazos lacerantes a la nada, haciéndola retroceder. Antes de que abandonara totalmente mi pecho la así. Con la otra mano reconstruyo, a sabiendas que soy un ladrón que ha robado 20 años y dos vidas. Hoy sí, hoy puedo cantar, sé que puedo llegar hasta el final, a mi manera...y contigo.
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