Un mar de desconsuelo se traga la barca dejando madrugadas solitarias. Muerto de sueño, enterrado en papeles arrugados, ceniceros, lápices, tazas de colores, pinceles, servilletas y cables, sólo alcanzo a decir: Atrévete. Y todavía no sé si me lo digo a mi mismo, si te lo digo a ti, o si alguien nos está hablando a los dos. ¿Tú lo sabes?
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