Han pasado años, kilómetros, vivencias. Era el momento, para bien o para mal, de parar, detenerse, plantarse, o simplemente era el momento de empezar una etapa completamente diferente a lo vivido hasta ahora y lo que era más importante, mantenerla. Así que un buen día decidió probar, se plantó con lo que tenía y metió todo su universo en una bolsa que dejó en su estudio. La vida siguió, inexorablemente, hacia adelante. Pero, de vez en cuando, mira al rincón donde está la bolsa, y es que a veces le parece oír una voz en su cabeza. Posiblemente sólo se trate de ecos que aparecen y se marchan... sin saber si volverán...
La ilustración es un collage de Sara Shakeel y la frase es de una canción de Danza Invisible
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