Sin remedio me veo obligado a no dejarte ver, la manera en que mi corazón roto me está hiriendo. Cojo un pico y una pala para desenterrar el cofre donde guardé mi jodido orgullo, quién me lo iba a decir... Me vuelvo a poner la careta para esconder la tristeza y el dolor. Y tendré que esperar a que el cielo se nuble y diluvie para que no puedas diferenciar la lluvia de las lágrimas de mis ojos. Algún día dejará de llover, pero hasta entonces, cielo, nunca más volverás a ver quejarme. Bienvenida a los mundos de Yupi.
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