Barría la hojarasca otoñal de la acera con la cadencia acompasada del batir de alas de las últimas gaviotas del puerto.
-¿Por qué le llenaste la cabeza de pájaros si luego ibas a decapitarlos, uno a uno?
Le preguntó una anciana, rozándole, con el rabillo del ojo, el fondo del corazón...
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