miércoles, 3 de julio de 2013

Explosion de pestañas


Tres días dando vueltas en el mundo de YO. Es suficiente. De repente estoy sumamente harto de este silencio, de que las únicas voces que oiga sean las del televisor. Odio hablar por hablar, no soy de esa clase de persona que se sienta en un bar o por teléfono se pone a hablar de cotidianidades, me cansan las conversaciones inútiles. Hoy hecho de menos esa palabra, "cotidiano", hoy quiero rutina, armoniosa rutina. Aunque sea en soledad, pero no quiero dejar las horas pasar. Necesito sentirme vivo, real, hacer, interactuar.
Me meto en la cocina, es hora de fregar los platos y las copas de champan... si, todavía están sin fregar... y me canso de este silencio y lo dejo. Subo arriba, cambio la ropa de la cama de Gabriela y me cansa el silencio. Me pongo a barrer y... claro, no cojo la fregona cuando termino para limpiar el suelo.

Salgo a tirar el aceite de la freidora al contenedor, ya era hora, la garrafa parecía un mueble más de la cocina ahí plantada en el suelo. Hace calor por la calle pero no me aplasta, será que ya voy aplastado. De vuelta oigo una melodía, me suena, si, es "En alta mar". Miro para los lados intentando ver de donde viene, ah, es mi móvil, el tono de mi familia. Se me había olvidado ya.

Es muy pronto para ducharme, para afeitarme, total ¿para qué?. Lo verdaderamente complicado de reconstruirse es empezar por el principio, es empezar por dejar de destruir, y yo soy de los que empiezan el periódico por el final...


Me cuesta sonreir y tengo muchas ganas. En días como hoy me pregunto si alguna vez dejaré de ser un cuarentalescente... en días como hoy me dan ganas de probar la vida esa que se supone que tengo que llevar.


Ah, te dejaste el pantalón aquí...

No hay comentarios:

Publicar un comentario