sábado, 22 de diciembre de 2012

Sobre un amarillento papel


Ya no vives por aquí cerca.
Pero vivir sólo es un decir...
Te alimentas de luz pero tan sólo en sueños entiendes.
Sospechas que para seguir adelante tienes que retroceder...

El cielo pesa tanto sobre tus caderas que has dejado de crecer.

Deseas una mirada que te toque en el centro, y por eso, has modelado una diana con tu belleza.

Del dolor confuso
saltan tus preguntas
y cuando el silencio te responde,
levantas la barbilla clavando tus ojos en el horizonte. Tu lo sujetas.

Mientras tanto, yo recojo respuestas que otros van tirando, y se van haciendo un ramo de flores pálidas.
Un ramo que si rozara tu piel estallaría en colores vivos.

Ahora, nada hacia mi. Yo te guardo la ropa.
En este océano del deseo,
déjate guiar por espejismos y por los peces más inciertos.
Nada.
Divide el agua.
Nádame.

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